Ha llovido todo el fin de semana, y no he salido más que al balcón. Almorcé a la intemperie viendo llover. A las seis el cielo estaba morado de tanto llorar. Siento empatía por el cielo que se desahogó sin reparos sobre el fuego de tungsteno de esta ciudad aplanada, mmm. (Necesito salir a ver la calle mojada).
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